Para Gloria Amparo Alzate, secretaria de Medio Ambiente de Medellín, hay que invertir la pirámide de la movilidad: “Donde antes el rey era el vehículo, ahora los reyes deben ser el peatón y la bicicleta”. A la par con estos proyectos, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, autoridad ambiental, está impulsando el desescalonamiento industrial y promoviendo el uso de otro tipo de combustibles; por ejemplo, la energía solar, la eléctrica y el gas.
Según datos de la entidad, las partículas menores provienen en un 70 por ciento de la combustión del petróleo –el diésel– y el gas natural. Todos utilizados para el funcionamiento de los automotores, que son los que también generan suciedad en las casas y fachadas de los edificios.
Las fuentes móviles también aportan el 74 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono, el 99 por ciento de las emisiones de metano y el 80 por ciento de oxígeno nitroso. “En Bogotá también ha habido un aumento de material particulado, pero la geografía favorece a la ciudad porque al oriente hay un sistema montañoso que no es barrera para la polución y deja que el aire circule; además está ubicada en una sabana”, explica Jorge Hernández, profesor de la Universidad de los Andes.
Uno de los factores que influyen en que Medellín sea la ciudad más contaminada es que está ubicada en medio de un cañón, irregular y pendiente, sobre la cordillera central, donde no hay flujo de aire.
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